Hola a tod@s!!
Voy a contarles la historia de un compañero de la facultad.
Se trata de Don José, (nombre ficticio), que todas las
tardes nos cruzábamos en los corredores de dicha casa de estudios.. José llamaba mucho la atención, ya que se
distinguía del resto de los compañeros, no sólo por su edad, sino también por
su atuendo, llevaba siempre un impecable traje, el que combinaba con un
sombrero de ala, tipo Gardel…
Al principio lo confundíamos con un docente, pero luego
pudimos conocer su historia…
Don José tenía setenta y dos años, y estaba cursando abogacía,
hace ya algunos años…
Se trata de un caballero maduro, con la piel cuarteada que
denotaba una vida de mucho sacrificio… sus manos ajadas y la vista cansada,
pero cada día estaba en su banco, atento, como queriendo absorber cada palabra
que el docente decía…
Una tarde me acerqué a conversar con el… Alcanzaron un par
de palabras para darme cuenta que tenía frente a mi un héroe verdadero, por
cosas que después me contó… me dijo como había llegado a esa edad a querer
terminar sus estudios…
Resulta que Don José había trabajado en la construcción
desde muy joven, se casó ya esperando a su primer hijo, (de tres), por lo que
le fue imposible seguir estudiando…
Toda la vida trabajó sin descansar, para lograr la crianza y
educación de sus hijos, para que ellos no tuvieran la misma vida que él había
llevado…
Pero su esfuerzo tuvo recompensa… Sus tres hijos eran profesionales
universitarios!
Fue así que una tarde de reunión familiar, viendo sus hijos
a aquel hombre que por su trabajo aparentaba ser mayor de lo que en verdad era,
y seguramente por la enseñanza de valores que aquel hombre con sólo la primaria
completa les había inculcado, lo llamaron para hablarle…
“Papá… vení, tenemos algo que obsequiarte… Como toda tu vida
la pasaste trabajando para nosotros, ahora es nuestro turno…
A partir de ahora no trabajas más… nada de fletachos, ni
palas… Ahora vas a hacer lo que siempre quisiste! Como puedas, hasta donde
quieras… nosotros no vamos a permitir que te falte nada…
Demás está decir con que orgullo el me lo contaba… claro que
yo no pude contener la emoción y mis lágrimas cayeron sin que pudiera evitarlo…
No se que fue de él… pero su historia me marcó para siempre…
Nunca es tarde para alcanzar una meta… para vivir nuestros
sueños… total… que es la vida, sino un puñado de oportunidades!
Hasta la próxima!!
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