Hoy quiero recomendarles un libro, escrito por Miguel Ruiz...
Cuando me pasaron esta recopilación, no tardé en adquirir el libro, me parece muy bueno!!
Espero les guste y comenten!
Los cuatro acuerdos.-
"No
hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo
exiges. Si observas tu vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero
ninguna razón válida. Lo mismo es aplicable a la felicidad. La felicidad es una
elección, como también lo es el sufrimiento".
(Miguel Ruiz).
La domesticación y el sueño del planeta.-
¿Son las
cosas como las vemos, como las sentimos, o básicamente interpretamos lo que nos
han enseñado a interpretar?
Para la
milenaria cultura tolteca (México) la "realidad" que asumimos
socialmente no es más que un sueño colectivo, el sueño del planeta.
Desde el momento mismo de nacer, interpretamos la realidad mediante acuerdos,
y así, acordamos con el mundo adulto lo que es una mesa y lo que es un vestido,
pero también lo que "está bien" y lo que "está mal", e
incluso quiénes somos o cuál es nuestro lugar en el mundo (en la familia, en
clase, en el trabajo). A este proceso el filósofo mexicano de origen tolteca
Miguel Ruiz lo denomina domesticación.
"La
domesticación es tan poderosa que, en un determinado momento de nuestra vida ya
no necesitamos que nadie nos domestique. No necesitamos que mamá o papá, la
escuela o la iglesia nos domestiquen. Estamos tan bien entrenados que somos
nuestro propio domador. Somos un animal auto domesticado".
El juez y la víctima.-
En el
transcurso de este aprendizaje incorporamos en nuestra propia personalidad al juez
y a la víctima.
El juez
representa esa tendencia en nuestra mente que nos recuerda continuamente el libro
de la ley que gobierna nuestra vida -lo que está bien y lo que está
mal-, nos premia y, más frecuentemente, nos castiga. La víctima es esa
parte en cada persona que sufre las exigencias de su propio juez
interior. Sufrimos, nos arrepentimos, nos culpabilizamos, nos castigamos por la
misma causa una y otra vez, cada vez que el recuerdo nos pasa factura.
Y como
consecuencia del propio sistema, el miedo se instaura en nuestra vida.
El miedo
y las auto exigencias son los peores enemigos de nuestro
pensamiento, y por ende, de nuestra vida. Durante el proceso de domesticación
nos formamos una imagen mental de la perfección, lo cual no está mal como
camino marcado a seguir. "El problema es que como no somos perfectos
nos rechazamos a nosotros mismos. Y el grado de rechazo depende de lo efectivas
que han sido las personas adultas para romper nuestra integridad", según
M.R.
Si el libro
de la ley que gobierna nuestra vida (nuestra moral, nuestra lógica,
nuestro "sentido común") no cumple sus objetivos, que en su base
fundamental consistiría en hacernos seres humanos felices y en armonía, es
porque evidentemente éste no funciona. Y como no funciona hay que cambiarlo. Y
ello lo hacemos revisando nuestros acuerdos (nuestra interpretación
incuestionable, nuestro sistema de valores), desenmascarando los que no valen y
sustituyéndolos por otros.
La
filosofía tolteca nos propone cuatro acuerdos básicos:
1. Sé impecable con la palabra.-
Las
palabras poseen una gran fuerza creadora, crean mundos, realidades y, sobre
todo, emociones. Las palabras son mágicas: de la nada y sin materia alguna se
puede transformar lo que sea. El que la utilicemos como magia blanca o
como magia negra depende de cada cual.
Con las
palabras podemos salvar a alguien, hacerle sentirse bien, transmitirle nuestro
apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra aceptación, pero también
podemos matar su autoestima, sus esperanzas, condenarle al fracaso,
aniquilarle. Incluso con nuestra propia persona: las palabras que verbalizamos
o las que pensamos nos están creando cada día. Las expresiones de queja nos
convierten en víctimas; las crítica, en jueces prepotentes; un lenguaje
machista nos mantienen en un mundo androcéntrico, donde el hombre es la medida
y el centro de todas las cosas, y las descalificaciones autovictimistas (pobre
de mí, todo lo hago mal, qué mala suerte tengo) nos derrotan de antemano.
Si somos
conscientes del poder de nuestras palabras, de su enorme valor, las
utilizaremos con cuidado, sabiendo que cada una de ellas está creando algo. La
propuesta de Miguel Ruiz es, por tanto:
"Utiliza
las palabras apropiadamente. Empléalas para compartir el amor. Usa la magia
blanca empezando por ti. SÉ IMPECABLE CON LA PALABRA ".
2. No te tomes nada personalmente.-
Cada cual
vive su propia película en la cual es protagonista. Cada cual afronta su
propia odisea viviendo su vida y resolviendo sus conflictos y sus miserias
personales. Cada cual quiere sobrevivir el sueño colectivo y ser feliz. Y cada
cual lo hace lo mejor que puede dentro de sus circunstancias y sus
limitaciones.
Las demás
personas sólo somos figurantes en esa película que cada cual hace de su vida, o
a lo sumo personajes secundarios. Si alguien me insulta por la calle (o yo lo
percibo así) con casi toda seguridad no tiene nada o muy poco que ver conmigo;
es simplemente su reacción a algo que está pasando fuera (un mal día con su
pareja o en el trabajo, una discusión con su hija), o más
probablemente dentro (preocupaciones, ansiedad, frustración, impaciencia,
una gastritis o un dolor de cabeza).
La
impaciencia o las exigencias de tu pareja, de la vecina del rellano o de
la cajera del supermercado, las críticas de tu hijo o en el trabajo, nada de
eso es personal. Cada cual está reaccionando a su propia película.
Hay mucha
magia negra fuera, lo mismo que la hay dentro de ti misma, o de mí. En
cualquiera, en algún momento de su vida, en algún momento del día. Todo el
mundo somos "depredadores emocionales" alguna que otra vez.
"Tomarse
las cosas personalmente te convierte en una presa fácil para esos depredadores,
los magos negros... Te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu
propia basura. Pero si no te tomas las cosas personalmente serás inmune a todo
veneno aunque te encuentres en medio del infierno", asegura Miguel Ruiz.
Comprender
y asumir este acuerdo nos aporta una enorme libertad. "Cuando te
acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu
confianza en lo que hagan o digan sobre ti las demás personas. Nunca eres
responsable de los actos o palabras de las demás personas, sólo de las tuyas propias.
Dirás "te amo" sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen".
Siempre puedes seguir a tu corazón.
Respecto
a la opinión ajena, para bien o para mal, mejor no depender de ella. Ésa es
otra película. NO TE TOMES LAS COSAS PERSONALMENTE.
3. No hagas suposiciones.-
Tendemos
a hacer suposiciones y a sacar conclusiones sobre todo. El problema es que al
hacerlo creemos que lo que suponemos es cierto y montamos una realidad sobre
ello. Y no siempre es positiva o está guiada por la confianza o el amor, sino
más frecuentemente por el miedo y nuestra propia inseguridad.
Deduzco
que alguien se ha enfadado conmigo porque no respondió a mi saludo al cruzarnos
y mi mente organiza toda una realidad sobre eso. Y se rompen puentes entre la
otra persona y yo, difíciles de salvar. Lo mismo con nuestra pareja, con la
vecina, con la escuela. Creamos realidades en base a comentarios o elementos
sueltos (cuando no en base a chismes malintencionados).
"La
manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te
queden claras... e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa
situación en particular", insiste
Miguel Ruiz. En última instancia y si te dejas guiar por la buena voluntad,
siempre te queda la confianza... y la aceptación.
Nunca nada
que pasa fuera es personal. Pero en cualquier caso, NO SAQUES CONCLUSIONES
PRECIPITADAMENTE.
3. Haz siempre lo mejor que puedas.-
El cuarto
y último acuerdo permite que los otros tres se conviertan en hábitos
profundamente arraigados: haz siempre lo máximo y lo mejor que puedas. Siendo
así, pase lo que pase aceptaremos las consecuencias de buen grado. Hacerlo lo
mejor posible no significa que tú y yo tengamos que hacerlo de la misma manera,
ni siquiera que mi respuesta en estos momentos sea la misma que en otro que me
siento cansada, o no he dormido bien, o me siento llena de amor y confianza y
tremendamente generosa. Se podría decir que en cada momento de nuestra
vida somos diferentes, en unas circunstancias y con unas limitaciones concretas.
A veces podemos responder a lo que interpretamos como una
"provocación" con una sonrisa irónica o divertida, con sentido del
humor, o con una carcajada retadora, o incluso a gritos. Pero siempre podemos
intentar ser impecables con la palabra, no tomárnoslo personalmente y no sacar
conclusiones precipitadas... dentro de nuestras limitaciones físicas, anímicas
y en general, de cada momento. Si lo intentamos, de la mejor manera que
podemos, ya es suficiente.
"Verdaderamente,
para triunfar en el cumplimiento de estos acuerdos necesitamos utilizar todo el
poder que tenemos. De modo que, si te caes, no te juzgues. No le des a tu juez
interior la satisfacción de convertirte en una víctima. Simplemente, empieza
otra vez desde el principio."
(Sobre el libro de Miguel Ruiz,
"Los cuatro acuerdos", Editorial Urano).-
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