Hoy les traigo otro relato de vida…
Espero que remuevan emociones…
Wilson era un niño de trabajo…
A los trece años ya repartía periódicos de casa en casa…
Y si, hermano mayor
de una familia numerosa, tuvo que dejar el pago donde nació y partir para la
capital…
Como era solo un niño, sus padres lo mandaron con un
conocido… que después, por alguna razón, se lo dio a un primo lejano que tenía
mucho dinero…
Wilson creyó toda su infancia que el trabajo lo era todo… sus
nuevos patrones lo hacían despertar temprano para repartir los diarios, luego
tenía que ayudar en los mandados de la casa y también llevarle la comida a la
“Tía Vieja”, como le decían sus mayores…
Ese era su recreo, su momento especial… ya que la solitaria anciana,
compadeciéndose del flacucho muchacho , lo atiborraba de dulces que solía
preparar a escondidas de sus sobrinos, quienes no querían que ella les
ocasionara más gastos….
Así se pasaban las tardes… Wilson comiendo y la anciana
contándole anécdotas de tiempos pasados, cosas que el solía escuchar
embelesado, sentado en una almohadón junto a la mecedora de la señora… él solía
imaginarse… cómo sería aquel mundo?... con grandes y elegantes bailes… en
suntuosos palacios… y dónde se podía degustar todo tipo de exquisitos
platillos…
La anciana sabía que aquel niño estaba vacío de afectos y no
estaba recibiendo la educación que necesitaba… Así que un día le propuso al
muchacho dedicar una hora diaria para aprender a leer y escribir, con la
condición de que jamás hablara de ello con nadie, ya que sabía que jamás verían
con buenos ojos que un peón tuviera educación…
Wilson, que era un muchacho muy inteligente, absorbió todo la
enseñanza de la abuela, como el solía llamarla…
Un día preguntó… - Porqué no quieren que yo aprenda?...
Pronto lo verás, respondió la anciana… ésa será tu tarea… tú
vendrás mañana con una posible razón… y ya lo comentaremos…
Al día siguiente, la anciana ya no estaba… la habían llevado
al hospital con un ataque al corazón…
Ya jamás la vería… y se arrodillo en el suelo llorando su
gran pérdida…
Sus patrones lo rezongaban todo el tiempo, ya que estaba muy
distraído, pensando y leyendo todo lo que encontraba…
Una mañana la familia recibió una llamada, diciéndole que
Wilson se habría marchado…
Dejó una carta diciendo: La educación es la mejor paga que
me dieron, ya que gracias a ella, puedo saber que tengo derechos y
obligaciones, que soy un individuo libre y tengo siempre que buscar mi felicidad…
Wilson vivió una vida plena, tuvo una hermosa familia, a la
que honró y cuidó hasta el último día de su vida…
Seguramente, antes de dar su último suspiro, recordó con
cuánta ternura aquella abuela postiza, lo había ayudado a encontrar su camino…
Hasta la próxima...
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